Admirad esta maravilla de foto.

37646737370_c4d0772450_k

Es una imagen de la Nebulosa Medialuna producida por nuestro compañera Lupe Fernández. Hipnotizaos con la intensidad de los colores de sus radiantes estrellas. Sentid la blanda textura del polvo y del gas que las circundan. Perdeos en la intrincada estructura de las ondas de choque de esa soberbia nebulosa, semejante a un trilobites flotando en un mar de éter.

Y ahora, decidme, ¿verdad que os encantaría poder captar por vosotros mismos una imagen como esa? ¿No es cierto que se os mueve el espíritu para colocar vuestra cámara detrás del telescopio?¿No os emocionaría el poder ser capaces de capturar por vosotros mismos una belleza cósmica semejante?

Pues, amigos, lamento bajaros a la tierra: esto de la astrofotografía —creedme— no es para cualquiera.

Para ser un astrofotógrafo aficionado, hay que hacer investigación de productos ópticos, mecánicos e informáticos; hay que gastar miles de euros en adquirir el equipo; hay familiarizarse con él y adaptarlo a nuestras necesidades; hay que conocer aplicaciones y técnicas de seguimiento, captura y procesado; hay que manejar con soltura conceptos como deconvolución, debayerizado, o reconstrucción lineal variable de píxeles, hay que almacenar, mover, montar y desmontar material pesado, frágil y sofisticado; hay que realizar mil ensayos e incurrir en mil errores; hay que calcular minuciosamente —para cada imagen— localización, encuadre, enfoque y exposición; hay que recorrer kilómetros para desplazarse a sitios alejados de la contaminación lumínica de las ciudades; hay que alinear con sumo cuidado la montura y la óptica; hay que pasar muchas frías noches en vela realizando constantes comprobaciones: yendo del monitor a la montura, de esta al telescopio guía, de este a la cámara y de esta de vuelta al monitor; hay que realizar decenas de tomas para cada imagen; hay que procesar las imágenes capturadas, organizarlas y publicarlas

Y, cuando ya se ha alcanzado la maestría suficiente, rezar para que nada falle. Las contingencias que pueden arruinar una foto laboriosamente preparada se cuentan por decenas: humedad, vientos racheados, nubes, calima, turbulencia atmosférica, estelas de aviones, faros de coches, agotamiento de baterías, errores de software, problemas de seguimiento, fallos mecánicos, enfoques inadecuados. Es tristemente habitual que, en ese momento mágico cuando la noche es perfecta, el cielo está sereno y las estrellas relucen como diamantes, cuando hemos logrado una alineación perfecta, cuando tenemos el objeto a fotografiar primorosamente encuadrado y enfocado, nos encontremos con que un tornillito mal colocado, un driver que ha dejado de funcionar con la última actualización del sistema operativo o un cable olvidado en casa arruinan por completo nuestras más ilusionadas expectativas. El protocolo para producir una foto astronómica tiene decenas de puntos críticos. Si cualquier de ellos falla, sencillamente no hay foto.

Ah, y si todo sale bien, con suerte se puede obtener una foto por noche. Es habitual que algunas fotos requieran series de tomas a lo largo de varias noches.

Pero entonces, vamos a ver: ¿es que no hay una forma más facilita de hacerle fotos al cielo? ¿No podrá ser la astrofotografía sencillamente una afición divertida a la que echar un ratito los fines de semana que se pueda? ¿No podrá estar al alcance de un ser humano común, con las obligaciones laborales y familiares y las limitaciones temporales, financieras e intelectuales de cualquier hijo de vecino?

Vale, ahora mirad esta otra foto. Se trata de la Vía Láctea en la constelación del Unicornio.

Monoceros

Esta imagen se ha realizado con una sencilla cámara réflex Canon 500D montada sobre un trípode común. El tiempo total invertido en colocar la cámara, enfocar, encuadrar y realizar las tomas no ha pasado de los 10 minutos. El tiempo de postprocesado ha sido aproximadamente de 20 minutos, de los cuales la mitad se han consumido en el apilado con DeepSkyStacker —un software gratuito de tratamiento de imágenes astronómicas con funcionalidades muy limitadas, pero que lo hace prácticamente todo solo— , y la otra mitad en el retoque con Lightroom, una aplicación de fotografía digital de propósito general y de amplísima implantación.

Sin duda, esta imagen carece del cautivador atractivo visual de la anterior. Pero han salido en ella, literalmente, decenas de miles de estrellas; muchísimas más de las que el ojo humano puede alcanzar. Y hay nebulosas de emisión (Rosetta), de reflexión (el Cono) y oscuras. Y también cúmulos estelares. Es una foto astronómica de pleno derecho. Tanto, que se puede hacer astrometría con ella.

Análisis astrométrico de la Vía Láctea en Monoceros

Pues sí: al final, resulta que se puede hacer astrofotografía sólo con una cámara, un trípode y un software relativamente sencillo, y obteniendo resultados gratificantes en un tiempo ridículo. Sólo hace falta elegir las técnicas adecuadas, aplicando el criterio de reducir los recursos tanto como sea posible, teniendo siempre en mente un nivel mínimo de calidad al que no se está dispuesto a renunciar. Una forma distinta de practicar esta afición, a la que podríamos denominar astrofotografía minimalista.

En la misma noche en que se tomó esta foto, por cierto, se obtuvieron nada menos que 13 imágenes, todas ellas de parecida factura. Incluso quedó tiempo pasar un rato observando. Con prismáticos, por supuesto: una vez que uno ha decidido abrazar el minimalismo, ya es que lo tiene que aplicar a todo.

Alcalá 1711