La imagen de este post fue tomada por el autor el pasado lunes 16 de marzo. Muestra una conjunción entre la Luna y Venus infrecuentemente estrecha, de poco más de dos grados de separación angular. A cualquiera que aquella tarde mirase hacia el cielo del Oeste, le resultaría, cuando menos, llamativa la cercanía de los dos astros. Como a mí, a alguno probablemente la estampa le recordase a la bandera de Turquía.
La insignia de este país, como vemos, muestra una Luna menguante casi rozando por su lado en sombra a una brillante estrella de cinco puntas. Si aceptamos Venus como estrella y dejamos pasar la Luna creciente en lugar de la menguante, realmente la conjunción del pasado martes tenía cierta semejanza con la enseña nacional del pueblo otomano. El fondo, ciertamente, no era rojo pero, curiosamente, como la conjunción tuvo lugar hacia el final del crepúsculo, cercana ya la noche cerrada, el cielo presentaba un precioso color azul muy oscuro que recibe el nombre, precisamente, de turquí.
Los turcos, por tanto, pueden contemplar su bandera en el cielo si dedican algún tiempo a hacer cálculos astronómicos y están dispuestos a viajar para estar en el lugar oportuno y en el momento justo. Más difícil lo tienen los paquistaníes, los mauritanos o los tunecinos, que precisarían algo así como un cataclismo cósmico. Un vistazo a sus banderas nos bastará para comprender por qué.

Bandera de Mauritania

Bandera de Pakistán

Bandera de Túnez